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2 + 3 no es igual a 5

domingo, 1 de noviembre de 2009

Igualdad, un valor tan defendido y tan criticado.

Por defender la igualdad se ha criticado al feminismo desde su nacimiento. La lucha antirracista, afortunadamente, se ha librado de esta cadena, pues no está bien visto ni existe base científica alguna para defender que los grupos étnicos seamos diferentes los unos de los otros. Sin embargo, hombres y mujeres somos biológicamente diferentes, y así se empeñan en recordárnoslo con frecuencia todos aquellos que creen que son necesarios unos testículos para dirigir el ministerio de defensa o una vagina para limpiar el horno de la cocina. No quiero pensar con qué desempeñan esas personas sus tareas cotidianas...

Pues sí, hombres y mujeres somos diferentes porque, igual, igual, no hay dos en este mundo ni aunque se trate de gemelas. El desafortunado fallo, no sólo de las feministas, sino también de juristas, sociólogos y otros pensadores de habla hispana, ha sido el utilizar la polisémica palabra "igual" sin prever que algunas mentes retorcidas se aprovecharían de ello en un fútil intento de ridiculizarlos.

Obviamente, todos lo sabemos, incluso aquellos que se empeñan en contradecirnos, cuando decimos igual nos referimos a equivalente. Por algo a todos nos enseñaron en el colegio que dos más tres es igual a cinco. Pues mire, no, estrictu sensu, si tengo dos árboles en un bosque y tres en otro, ello es muy diferente de tener cinco árboles todos juntos. Lo que sí que es es equivalente, equivalente en cantidad, o, para entendernos, que es igual.

Yo no es que defienda que hombres y mujeres somos exactamente iguales, aunque me parezca que las diferencias no constituyan fundamento para muchos de los roles que se pretenden imponer a cada uno. Tampoco defiendo por otro lado ser yo igual que las otras mujeres, hay mujeres a las que me parezco más bien en nada. Lo que defiendo yo, y como yo muchos feministas, es que las diferencias que existen no constituyen una diferencia en la valía de forma gneralizada:

Yo puedo ser mejor en matemáticas que mi primo, pero no por ello tiene toda mujer más facilidad en esta materia que todo hombre.

El término igual-igualdad quizá no es muy afortunado en español, pero todos sabemos de lo que hablamos cuando defendemos sus principios, y quienes se aprovechan de la polisemia de la palabra para encontrar argumentos, probablemente no cuentan con ninguno válido, porque defienden la in-equidad.

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